martes, 10 de agosto de 2021

Torturas, violaciones y hasta mendigar agua son las situaciones que enfrentan los migrantes

 

Actos brutales e inhumanos son el factor común en las crisis de migrantes y refugiados que ocurre actualmente en el mundo. 


Antes de entrar en materia, hagamos un breve repaso de la situación en Siria, Libia, Triángulo norte y Venezuela. 


En Siria hay aproximadamente dos millones de desplazados internos; 5.6 millones de refugiados sirios en todo el mundo; mientras que 13 millones de personas necesitan ayuda humanitaria en el país. A ocho años del inicio de este desastroso conflicto, la violencia no ha llegado a su fin. 


En cuanto a Libia tenemos que más de cien mil personas cada año intentan cruzar el mediterráneo. Existen unos 56 mil refugiados y solicitantes de asilo registrados en Libia; 170 mil desplazados internos en dicho país; y cinco mil refugiados y migrantes en centros de detención. La migración de personas desplazadas del continente africano hacia Europa a través del mar mediterráneo ha desencadenado una crisis humanitaria que ha empeorado con los años debido a las guerras y la mala situación económica de algunos países en África. 


La situación del Triángulo norte da cuenta que el flujo migratorio de Centroamérica hacia los Estados Unidos es muy significativo porque más de tres millones de personas viven en situación migratoria irregular (23% del Salvador, 8% de Honduras, 6 % de Guatemala). Se calcula que cada año más de 300 mil ciudadanos de estos países comienzan su viaje hacia EEUU.  


Sobre Venezuela podemos decir que cerca de seis millones de personas han salido del país; de esta cifra,  aproximadamente un millón ha realizado algún trámite de asilo, casi 2.5 millones ha hecho alguna otra gestión  de regulación migratoria complementaria; mientras que más de 2.5 millones está en situación irregular.  


En todos estos casos hay un denominador común: durante sus desplazamientos se cometen actos de brutalidad e inhumanidad provenientes de traficantes, contrabandistas, milicias, y en algunos casos, de parte de funcionarios del Estado. 


Los peligros que enfrentan los migrantes incluyen matanzas aleatorias, violencia sexual, tortura, trabajo forzado y golpizas, ello sin contar la falta de acceso a servicios esenciales para la subsistencia como cobijo, resguardo, alimentos, agua, saneamiento, medicinas y atención médica.  


Los crímenes contra migrantes suelen quedar impunes y se estima que sólo el 1% de los delitos cometidos contra ellos termina en una sentencia. 


Ante esta lamentable, triste y reprochable realidad la comunidad internacional debe reaccionar contra los Estados en cuyos territorios se comentan estos abusos y atrocidades ya que los mismos se han institucionalizado y no son únicamente responsables los Estados de origen en donde se conculcaron sus derechos humanos, sino también los Estados de tránsito y recepción, razón por cual se requiere de una respuesta inmediata coherente, contundente de rechazo y desagravio hacia los Estados que no cumplen con los estándares de protección internacional de derechos humanos en las situaciones críticas antes descritas por las que atraviesan los migrantes. 

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